Josefina sanó la movilidad de sus dientes, recuperó su hueso y alineó sus dientes sin perderlos.
Joaquín pudo volver a respirar después de haber tenido las vías respiratorias obstruidas durante años, incluso habiéndose operado.
Los dientes se forman desde la gestación con la misma capa embriológica que nuestro sistema nervioso y con el material genético de nuestros progenitores.
Durante el crecimiento, los dientes están conectados con la información del cerebro. Por esta razón, contienen datos sobre nuestra emocionalidad, nuestros hábitos e incluso sobre nuestro entorno dado.
Por ejemplo, los dientes centrales nos hablan sobre nuestros padres y la energía materna y paterna.
En la boca adulta tenemos 32 piezas dentales con 5 caras cada una. Cada diente, sus posiciones y cada una de sus caras tienen sus propias lecturas, además de las raíces con sus formas, encías, articulación, etc. ¡Es un montón de información!
La biodescodificación dental es uno de mis tres pilares en Detrás de tu Sonrisa. Es una gran herramienta que permite entender de dónde viene esa información e identificar afecciones físicas y psicoemocionales para ayudar a resolverlas y sanarlas junto con tratamientos odontológicos biológicos e integrales.
Así como la psiconeuroendocrinología encuentra una conexión entre las emociones y el cuerpo, en la biodescodificación dental los dientes también responden a órganos corporales y a sufrimientos o traumas de la historia personal y transgeneracional.
Por ejemplo, el primer cuadrante de la boca representa al clan y la figura del padre. Por eso, cuando suceden problemas odontológicos en una pieza dental dentro de ese sector, se busca desentrañar también un posible conflicto no resuelto a nivel personal como transgeneracional, ya que muchos sufrimientos tienen que ver tanto con nuestras memorias como con la herencia genealógica.
Carolina sanó su constante sangrado y repetición de problemas dentales, dejando la angustia de perder sus piezas.
Bruna pudo revisar y atender una corona restaurada fuera de lugar que le hacía sangrar y perder hueso.
Ana pudo resolver una lesión dolorosa y severa de su articulación que le impedía abrir la boca, comer y hacer una vida normal.
Mirena no perdió más piezas dentales ni hueso y sus dientes se afirmaron. Sanó su insomnio e hipotiroidismo entre otros síntomas.