Las fuerzas que controlan y transforman tu vida

¿Qué nos sucede cuando se presentan quiebres o estamos frente a un cambio? ¿Por qué nos cuesta tomar decisiones?

Existen dos grandes fuerzas por las que nos movemos en la vida y en especial cuando llega un cambio.

Por un lado, las fuerzas conservadoras que son estáticas y nos mantienen cómodos dentro de la zona de confort. Son aquellas que nos dicen: “aquí estás vivo y bien, no hace falta que hagas cambios”.

Por otro lado, existen las fuerzas transformadoras que son determinantes: traccionan cuando tenemos ganas de hacer algo. Son fuerzas en las que prima la curiosidad, que nos permiten aprender cosas nuevas del mundo, crecer y evolucionar.

Todo cambio requiere de un esfuerzo vinculado al equilibrio de la naturaleza de estas fuerzas, a nuestro poder de negociación con ellas.

Los seres humanos somos aprendices, estamos en el medio entre quienes somos y lo que queremos.

¿Se te ha presentado alguna vez, una oportunidad de trabajo y al mismo tiempo en que sentías entusiasmo por todo lo bueno que podía traer, también reflexionabas acerca de la comodidad que tenías en tu trabajo consolidado y te costó decidir entre dar el paso al cambio o no hacerlo?

Bien, ese es un claro ejemplo en donde puedes ver cómo la fuerza conservadora intenta protegerte, tira hacia lo conocido y estable y lucha contra el cambio y la incertidumbre.

Pero, ¿por qué sucede esto? ¿Qué hace que no nos precipitemos en cada decisión?

La necesidad de control

El ser humano necesita sentirse seguro, tener cierta estabilidad.

Esa aspiración hacia el control puede tornarse pretenciosa y condenarlo a la insatisfacción. En esos casos, se vincula a bajos niveles de autoconfianza e incluso a desconfianza hacia los demás (puede observarse por ejemplo, en la dificultad para delegar tareas).

El mayor inconveniente se produce cuando esa necesidad de control afecta al aspecto relacional.

Al tener altas expectativas, pretender que las cosas sean de una determinada forma (estricta y sin matices), vivir los errores como fracasos, etc., se producen altos niveles de estrés tanto para quien pretende ejercer el control como para su entorno y se desgastan las relaciones. Es decir que la tensión es condicionante para la familia, la pareja, los hijos y el ambiente laboral.

La excesiva necesidad de control se puede trabajar

Una de las maneras es intentar vivir desde la excelencia en lugar de hacerlo desde la exigencia.

Cuando se exige tanto y se tiene altas expectativas de manera constante (para con uno mismo y con los demás) la falta de control se empieza a transitar como fracasos ante cada acontecimiento que se presenta.

Al intentar vivir desde la excelencia, de manera más flexible y más liviana, se abre la puerta a nuevos puntos de vista de la realidad y aparecen el aprendizaje y la reflexión sobre las oportunidades que pueden presentarse.

Las fuerzas transformadoras son poderosas

El impulso hacia la evolución, el crecimiento y el desarrollo es una fuerza de transformación. Tiene tal poder que puede superar todas las resistencias que presentan las fuerzas conservadoras con el afán de proteger y salvar.

Los quiebres suelen vivirse como interferencias y se tiende en primera instancia, a tratar de salvarse o protegerse. Pero otra fuerza inherente al ser humano aparece con su curiosidad, su sed de aprendizaje y crecimiento.

La experiencia y el conocimiento transforman, amplían nuestra percepción, nos permiten ver más allá, tener nuevas ideas y poner en movimiento a la vida.

¿Cómo balancear las fuerzas conservadoras y transformadoras para mantener el equilibrio en la necesidad de control?

Algunos puntos claves para lograrlo (aunque no los únicos) son:

  • Trabajar sobre la confianza.
  • Vivir la excelencia sin exigencia.
  • Superar temores.
  • Hacerse responsables sin victimizarse.
  • Mostrar vulnerabilidad.
  • Ser generoso.

Bajar el nivel de control, exigencia y expectativa para vivir desde lo real y desde lo posible, permite fluir y disfrutar de la vida.

Atrévete a balancear tus fuerzas y a acercarte a la armonía.

Si quieres, podemos charlar 15 minutos sin cargo y te cuento cómo empezar este proceso.

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